Cómo se me ocurriría volver a meter la pata en el mismo río.
Después de varias décadas sin escribir ni publicar poesía; quizá activado por la memoria ordenada con que Miguel Ángel (Mila) nos actualiza aquel pasado a los de entonces, con descarada aceptación e impúdico respeto, o por el mimo con que Pedro (Callejas), anualmente, nos allega a la casa su sensibilidad honda y amable, o quién sabe por qué.
Así, cuando el verano terminaba, me propuse el ejercicio de escribir estos haikus: brevísimas composiciones de tres versos de 5-7-5 sílabas métricas, la estructura más simple que conozco y ahí parte de su dificultad para quien los escribe o lea.
Veinticuatro haikus correspondientes a tres ámbitos: la casa, el campo, la ciudad, porque los números también tienen lo suyo. No escribir uno menos ni más, sin selección ulterior; de ello alguna irregularidad inevitable en el conjunto, al ser material inicial y bruto que así quedará probablemente.
Para alojarlos abro «Fuera de carta», una nueva categoría en Tierra de O, cuya continuidad ahora desconozco.
Por las fechas en que estamos lo envío como un «presente», sustantivo o adjetivo sustantivado a discreción de quien le llega.
Felices saturnales, nadales o años nuevos en que la vida sigue.

Hielo resquebrajado, Maruyama Ōkyo (1733-1795)