Entre tanto

Durante la crisis y desde el poder, el PP llevó a cabo su agenda ideológica y se enrocó en un argumentario de libro, trazado y previsible desde el comienzo de su mandato; masticó su corrupción con un cinismo extremo y esperó a ver en qué quedaba esto.

El PSOE, mucho antes que Pedro Sánchez, no previó ni afrontó las consecuencias sociales y políticas de la crisis. Primero sorteó el 15-M con talante y, acaso, un tacticismo erráticos; luego, en la oposición, despreció la necesidad de cuestionarse sumando personas e ideas ante un escenario novísimo, de perfilarse y proponerse con una agenda clara y un discurso reconocible. El recambio solo, con lo que había dentro, no podía garantizar lo imprescindible.

El peliagudo resultado de las elecciones lo ha dejado en una posición neurálgica que, antes de incrementar sus posibilidades, pone de relieve su debilidad y encrespa sus contradicciones. El PP, a pesar de todo, se conforta con las dificultades de sus adversarios más directos: PSOE y Ciudadanos, que acusa su irrelevancia de momento. Podemos juega a presionar al sistema proponiendo la abdicación de los partidos; como la troika con Monti para Italia o los conspiradores del 23-F con Armada, las sinuosas y ásperas cabezas de Podemos también dicen mirar la cosa en su conjunto.

Aunque el futuro es impredecible, a fecha de hoy no es descabellado pensar que los grandes beneficiarios de unas segundas elecciones serían el PP y Podemos, ante las cuales van a posicionarse más temprano que tarde. Y a ellos interesan los dos polos trazados desde el minuto uno: el del sentido de Estado y la estabilidad y el del cambio necesario, tajante y hasta refundacional de nuestra democracia.

Sorprende que de las opciones que se barajan púbicamente sobre lo que debería hacer el PSOE se vean solo las que miran al PP o a Podemos, cada una con sus diferentes grados de riesgo estomacal e intensidad digestiva. No obstante su mejor posibilidad pareciera descartada demasiado pronto: intentar liderar un acuerdo con Podemos y, también, con Ciudadanos sobre la base de un programa de regeneración democrática y de emergencia social. De ser posible, además de poner al PP en cuarentena, daría al PSOE capacidad de iniciativa y agenda; de no serlo, el esfuerzo y una buena explicación del intento serían mucho más provechosos de cara a unas posibles elecciones que lo que se está haciendo en la actualidad.

Al paso, vaya dejándose de comités de sabios donde no hay ninguno, relevando a portavoces planos que nadie sabe de qué se ríen y evitando candidaturas penosas, como la de Madrid sin ir más lejos. Repare el PSOE en que los votos que ha obtenido no vienen de la ilusión ni de la confianza en él en estos momentos, sino de su necesidad, y no lo ponga más difícil.

Entre tanto, feliz año. Y bisiesto.

(Estrella Digital, diciembre de 2015)